3 De allí se fue David a Mispé de Moab y dijo al rey de Moab:
«Permite que mi padre y mi madre se queden con vosotros hasta que
yo
sepa qué va a hacer conmigo Dios.»
4 Los dejó con el rey de Moab, y se quedaron con él todo el tiempo
que David estuvo en el refugio.
5 El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Vete y
penetra en las tierras de Judá.» Partió David y entró en el bosque de Jéret.
6 Oyó Saúl que David y los hombres que estaban con él habían sido
descubiertos. Estaba Saúl en Guibeá, en el alto, debajo del tamarisco, con la
lanza en la mano, rodeado de todos sus servidores.
7 Dijo Saúl a todos los servidores que le rodeaban: «Oídme todos,
benjaminitas: ¿también a cada uno de vosotros os va a dar el hijo de Jesé
campos y viñas y os va a nombrar a todos jefes de millares y jefes de cien,
8 pues conspiráis todos contra mí y no ha habido quien me descubriera
la alianza de mi hijo con el hijo de Jesé, nadie que se compadeciera de mí y
me avisara que mi hijo hacía que mi servidor atentase contra mí,
como
ocurre hoy mismo?»
9 Respondió Doeg el edomita, que estaba entre los servidores de Saúl:
«Yo he visto al hijo de Jesé venir a Nob, donde Ajimélek, hijo de Ajitub.
10 Consultó por él a Yahveh, le dio víveres e incluso llegó a
entregarle la espada de Goliat el filisteo.»
11 Mandó el rey llamar al sacerdote Ajimélek, hijo de Ajitub, y a toda
la casa de su padre, a los sacerdotes que había en Nob, y vinieron
todos
donde el rey.
12 Dijo Saúl: «Oye, hijo de Ajitub.» Este respondió: «Aquí estoy, mi
señor.»
13 Díjole Saúl: «¿Por qué conspiráis contra mí tú y el hijo de
Jesé,
pues le diste pan y una espada y consultaste a Dios por él, para
que se
alzase contra mí, como ahora está sucediendo?»
14 Respondió Ajimélek al rey: «¿Y quién, entre todos tus servidores,
es como David, el fiel, el yerno del rey y el jefe de tu guardia personal y
honrado en tu propia casa?
15 ¿Es que he comenzado hoy a consultar a Dios por él? ¡Líbreme
Dios! No achaque el rey a su siervo y a toda la casa de mi padre una cosa
tal porque nada sabe tu siervo de esto, ni poco ni mucho.»